Sunday, September 25, 2022

Una familia unida siempre es el mejor regalo

 La semana pasada invitaron a mi mamá a una fiesta. Mi esposo y yo la acompañamos. Nos alistamos y fuimos a comprar el regalo de la festejada. Después nos dirigimos a la casa de la señora a la que le festejarían su cumpleaños. Puse la dirección en mi gps como de costumbre y ya al adentrarnos al vecindario nos dimos cuenta que la casa a la que iríamos no era cualquier casa, comenzamos a ver casas super bonitas, algunas parecían mansiones y unas incluso aun estaban en construcción. Yo empecé a cuestionar a mi mamá, le dije que en donde había conocido a la señora, me empezó a ser mas interesante saber de ella. Me contó que trabajaron juntas en un taller de costura donde arreglaban ropas de bomberos. Me dijo que la señora era muy bonita y muy amable. Me contó cosas desafortunadas que le habían pasado con su esposo, el cual se dedicaba a llevar y traer cosas de EU a México. Cuando llegamos nos dirigimos hacia su patio trasero y ya estaban preparando los tacos de fajita y del pastor. De fondo había música de los ángeles azules (el grupo favorito de mi mamá), había lonas y varias mesas y sillas para los invitados, las maesas estaban adornadas con flores y cada una tenía una botella de tequila. La que nosotros elegimos tenía una botella de “Don Ramon.” Estaba una mesa adornada para tomarse fotos con la festejada, la adornaron con estilo norteño, tenían muchos dulces: masapanes, pelones, miguelitos, paletas de tamarindo de cucharita, y una pequeña piñata. Había una mesa con un montón de tacitas de barro y una botella super alta y delgada, seguramente de tequila.



Nos parecía encantadora la fiesta. Todos los asistentes eran mexicanos. Noté que varios hombres traían sus sombreros norteños y que varias personas traían cadenas gruesas de oro. Me recordaron a mis familiares de Guerrero que tenían un gusto por usar aretes, pulseras y cadenas de oro muy gruesas. Después al fin salió la cumpleañera y la saludamos. Le dimos su regalo y se sentó con nosotros un rato. Era una señora muy amable y tenia una presencia muy tranquila. A mi esposo y a mi nos calló muy bien. Nos presento a sus hijos. Dijo que uno se dedicaba a arreglar aires acondicionados y el dueño de la casa tenía un buen puesto en una compañía de pinturas muy grande de aquí. Me referiré a él con el nombre de Manuel, porque en realidad no recuerdo su nombre. Él se veía una persona muy sencilla y demasiado movido. Tenia dos niños pequeños y una hija como de 15 años.

La noche siguió y las cumbias se dejaron venir. Mi esposo y yo nos pusimos a bailar, pues nos encanta bailar. Cada vez perfeccionamos mas nuestros pasos. Era curioso porque no bailaba nadie. También los hombres estaban todos en una sola área, tomando y solo observando la fiesta. Ya mi esposo y yo habíamos ido a otra fiesta en donde los hombres hacían lo mismo, se concentraban en un espacio y apenas si se ponían a bailar con sus esposas. Me imagino que esa es una práctica común en algunas regiones de México.





Mi mami (mujer de azul) esa noche volvio a ver a la señora Marta la cual hace unos 6 años que no veía. 



Mas tarde la señora Florencia se acercó a nuestra mesa y se sentó a platicar con nosotros. Era la vecina del señor Manuel, platicamos un rato y claro no perdió la oportunidad de bailar con mi esposo. Ella hacia su esfuerzo en mover sus pies al ritmo de la cumbia.



Las piñatas también me parecieron muy curiosas, pues eran unos botes a los que después de pegarles muy poco, le desenredaban unas tiras y tiraban todo lo que tenían dentro. No había necesidad de repegarle para que se rompiera ni necesidad de dejar un montón de basura. Me pareció practico, pero de pronto sentí que no estábamos rompiendo una piñata en realidad, jaja fue raro. Lo bueno fue lo que logramos juntar.






Enseguida después, llegaron los mariachis. Sus trajes me gustaron mucho. Tocaron de corrido varias canciones dedicadas a la festejada. En ocasiones varios mariachis se acercaban alrededor de ella y tocaban sus violines lo cual me parecía muy original. Después, comenzaron a tocar canciones mas movidas y todos comenzamos a hacer la famosa rueda. Íbamos dando vueltas y más se iban uniendo a bailar. Al final del show de los mariachis, los tres hijos de la señora le dijeron unas palabras a su mamá. Manuel empezó y dijo que su mamá era una persona que él admiraba y amaba mucho porque había hecho muchos sacrificios por ellos. Dijo que había lavado y planchado ajeno para sacarlos adelante. Los tres hermanos se veían muy unidos y eso me parecía muy bello. Me alegraba mucho ver que ellos tres amaran así a su mamá. Pensé en que mi familia no es tan afortunada por no estar junta la mayor parte del tiempo y que eso sin duda cambia nuestra identidad. Es feo, pero somos tan resilientes que a cada situación le damos sentido y sacamos lo mas que podemos.  





La familia de Mari nos mostró que con esfuerzo y dedicación todo es posible. No ha sido común para nosotros ver ese logro de prosperidad en alguien de nuestro mismo origen y es sin duda un aliciente para seguir luchando y seguir trabajando por nuestros sueños 💓






Y el baile continuó...