Llegó la hora y nos lanzamos al siguiente país europeo, Países Bajos. Recuerdo que ese día el aeropuerto estaba lleno, hasta vimos unos chicos y chicas que traían chamarras con la banderita de México. Parecía que iban a Países Bajos a competir, o algo así. Entramos a la sala y ahí esperamos hasta que el avión se fuera, el vuelo solo duró 1 hora y media.
Al llegar, nos dirigimos a comprar el pase para poder usar el transporte público. Luego, nos dirigimos al hotel. Desde el aeropuerto, había transporte que nos llevaría hacia el hotel. El área donde estaba el hotel se veía muy remota, incluso parecía que era del tipo de hoteles en donde envían a la gente cuando pierden sus vuelos de conexión. Una vez que nos establecimos, decidimos ir a buscar que cenar. Decidimos ir a un sushi que no quedaba muy lejos y en el camino pasamos por un complejo de apartamentos en donde nos encontramos estas lindas estatuitas de animales.
También
vimos este edificio, me parecieron chidas sus ventanas.
Luego nos
deleitamos de un rico sushi. En el lugar nos encontramos una pareja de locales
que nos observaban mucho y nos saludamos. También los que nos dieron el sushi
eran bastante amables. Les intentamos hablar en inglés, pero parece que les
costaba trabajo. Nos dijeron que eran nepalíes. Su sushi les quedó delicioso.
Sospechamos que el barrio a donde fuimos no era tanto para turistas, por eso
tal vez les parecíamos raros.
Algo que me
fascinó de Ámsterdam fue que hay bastantes edificios muy impresionantes. Aquí
algunas fotos de algunos de los edificios.
Al siguiente día, nos dirigimos al Red light district donde de paso compramos unas sudaderas y una camisa para mi mami. El señor fue muy amable y hasta me hizo un descuento para la camisa que le compré a mi mamá. Tomé una foto de su sección de dulces y recuerditos. En Ámsterdam la marihuana es legal así es que hay bastantes productos con la planta de la marihuana y varios sin duda incluyen su sustancia.
Luego nos
dió hambre y que nos lanzamos a probar un lugar de comida Mexicana. Ambos nos
pedimos unos burritos que estaban exquisitos.
También
caminamos un poco por una zona donde había prostitución porque vimos algunas
mujeres posadas en vitrinas. También el ambiente se sentía algo pesado, se
veían muchos hombres como vigilando.
Compramos 2
Go City pases para dos días y creo que fue mala idea comprarlos porque varias
de las atracciones/actividades que habíamos planeado no estaban en
funcionamiento. Por ejemplo, un crucero en el canal de Ámsterdam el día que
planeamos tomarlo estaba cerrado y yo dudo que en realidad estuviera abierto algún
otro día, porque se veía medio abandonado el lugar. El autobús que recorre la
ciudad resultó que no estaba incluido y yo creí que si, como lo es en otros países.
En fin, decidimos caminar al rededor del canal de Ámsterdam y tomamos unas
excelentes fotos.
Por ahí me
compré ese gorrito rojo que me hizo un buen paro para el frío.
También, la
lluvia apareció en varias ocasiones y nos pusimos nuestros ponchos de 1 dólar
que nos compramos para nuestro viaje y por cierto nos acompañó en todo momento.
Prácticamente los usamos en cada país que fuimos.
Esta zona
me parecía muy bonita. Ver esos tranvías atravesando la ciudad me parecía
hermoso. Incluso cuando llegué a la ciudad donde vivo, imaginaba cómo sería si
existiera más transporte público.
Al día siguiente
fuimos a visitar el castillo Muiderslot, el cual estaba fuera de la ciudad. El
camino nos encantó, pues se veían bastantes áreas verdes. Tuvimos un pequeño
percance, pues para llegar al castillo tomamos un tren y al parecer, el pase
que habíamos comprado no lo incluía. Lo raro fue que pudimos tomarlo hasta
donde necesitábamos llegar, pero al pasar nuestro pase, no nos dejaba salir. Afortunadamente
un señor muy amable nos dijo que iba a pasar su pase para que nosotros pudiéramos
salir. Antes le pedimos ayuda a una mujer, pero no nos quiso ayudar, incluso
cuando vio que el otro señor nos ayudó, ella le dijo algo, la verdad no le
entendimos, pero seguramente le dijo algo así como que no nos ayudara. En fin,
le agradecimos mucho y nos salimos. Ya afuera, descubrimos que aún necesitábamos
tomar otro transporte para poder llegar al castillo y la única opción era un Uber.
Había un carro estacionado a fuera y le preguntamos cuanto nos cobraba,
tratamos de regatear con él, pero no aceptó, así es que solo le pagamos lo que
pidió. Parece que no teníamos buena señal, por eso no pedimos un Uber. El
chofer se veía como tipo Indio, íbamos platicando con él y decía que en América
era peligroso por todas las balaceras. Le dijimos que sí, que era algo muy
preocupante. También hablamos un poco sobre lo caro que es el sector salud. El
camino nos fue muy ameno platicando con el conductor.
Al llegar
al castillo, usamos nuestros pases de Go city, así es que se sintió bien no
tener que pagar la entrada.
Fue el
primer castillo que visitábamos en nuestras vidas, así es que nos emocionamos
mucho y tomamos muchas fotos y videos.
Al salir
del castillo nos dirigimos a una parada de autobuses donde esperábamos un
transporte que nos llevaría de regreso al metro. Pasó algo muy interesante pues
en la parada había un neerlandés de aproximadamente 65 o 70 años, quizá más,
que nos hablaba de repente en Neerlandés. No le entendíamos nada, quizá nos
decía que ya se había tardado el transporte, o que se yo. Yo le respondía
moviendo la cabeza y le decía algo así como -Aha!. Luego, llegó una pareja que
traía una bicicleta, se veía que eran turistas he incluso hablaban inglés.
Entonces el señor les empezó a decir en su idioma muchas cosas, las personas no
le entendían, entonces se acercó a mí para que yo le tradujera al señor, el
señor pensaba que yo le entendía y yo así de, no entiendo que me quiere decir.
Entonces saqué mi teléfono y puse mi aplicación que uso para traducir. Le decía
al señor que hablara fuerte para que la aplicación tradujera lo que decía, pero
el señor no entendía qué debía hacer. El otro señor al que le trataban decir
algo, también trataba de entenderlo y al final entendió que el señor decía que
las personas que usan bicicleta debían irse a una parada que estaba en frente,
porque si no ahí donde estábamos no los iban a levantar. Yo concluí eso porque
cuando la pareja se fue, el señor se quedó más tranquilo y me seguía diciendo
cosas a mi he he. Se me hizo muy tierno el señor y se me hizo curioso que quería
que yo le tradujera. Como yo le hacía señas de afirmación él pensó que le
estaba entendiendo y por eso supuso que yo sabía neerlandés.
Luego, llegó
nuestro Uber por nosotros y ya nos fuimos, me despedí del señor diciéndole -adiós,
pero no me vio.
Más tarde nos lanzamos a la torre A’dam, donde pasaríamos un rato
agradable en el Madam skybar y nos subiríamos al columpio que estaba en el observation
deck. La entrada la incluía el pase, pero aun debíamos pagar creo $16 euros
para columpiarnos. La experiencia fue única y el paisaje hermoso. No les quería
contar pero la primera vez que nos subimos, casi lloro, sin duda se me hizo muy
extremo. Luego, fuimos a tomar un vasito de vino y decidimos volver a subirnos y
esta vez lo disfruté más. Mi esposo lo disfrutó en todo momento, creo que él no
se espantó tanto.
Desde ahí, vimos pasar varios barcos como este, que parecía que llevaban
mucha basura.
La vista se veía espectacular.
También tuvimos la suerte de bailar un poco y platicamos brevemente con
un chico que se veía que también disfrutaba de la música.
Llego la hora de irnos en el barco que nos llevaría de vuelta a la ciudad. Fue
bonito mientras duró 😭
Al día
siguiente ya no se nos hizo ir a Zaanse Schans en donde podríamos ver los molinos
de viento. Una porque debíamos averiguar dónde comprar el pase corrector para
tomar el tren que nos llevaría y segunda algo nos quitó un poco de tiempo. Fuimos
a un lugar a almorzar, donde de hecho estuvo deliciosísimo. Mi esposo pidió unas
carnitas de cordero y yo una pasta que no puedo olvidar, estaba super deliciosa.
Algo que era interesante en Países Bajos era que no nos daban agua, como lo
hacen en Texas. En donde vivimos, en todo restaurante a donde vas, de ley te
dan agua. Bueno en Países Bajos no, incluso si les pedías agua no te entendían
tampoco, porque la pronunciación de agua no es la misma en Países Bajos como lo
es en Estados Unidos porque su pronunciación del inglés es inglesa. El lugar se
veía bonito. Había pocas personas y el mesero fue super lindo porque al momento
de pagar, resultó que nuestras tarjetas no pasaban. El muy amable nos dijo que más
tarde le trajéramos el dinero, así es que nos fuimos a buscar un cajero.
Caminamos y caminamos y en el camino nos distrajimos tomando fotos de carros
chiquitos y de un puesto de quesos.
Ya esa situación
nos quitó algo de tiempo y mejor decidimos dirigirnos a un lugar para rentar un
par de bicicletas y vivir la experiencia de andar en bici en una de las
ciudades donde más se usa como medio de transporte.
Aquí unas
fotos que nos tomamos esperando el metro en el barrio de locales que pudimos
conocer.
Caminamos
un poco por la ciudad de Ámsterdam y tomamos más fotos lindas.
Al pasear
por este lago, vimos que por ahí había algunas bicicletas abandonadas y parecía
que la gente o la ciudad las adornaba para que se vieran como obras de arte. También
había unas que otras por ahí oxidadas. Seguro muchas las sacan del mar del
norte, así se llaman las aguas de los canales que rodean Ámsterdam.
Creo que tenía
una idea romántica de andar en bicicleta en Ámsterdam porque resultó ser algo
un poco estresante. Primero no tenía la bicicleta adecuada para andar a gran
velocidad, luego, los amsterdaneses pasaban a gran velocidad o te arrebazaban
super rápido. Luego, me costaba trabajo entender las rutas. Hubo un momento en
el que el camino era tan reducido y era de ida y vuelta. En el lado opuesto venía
un chido que intencionalmente se puso en nuestro carril como para timarnos y
que nos saliéramos del camino, afortunadamente no lo hicimos y solo resistimos
en el carril donde íbamos hasta que él regreso a su carril, aunque no pasó
nada, fue una experiencia muy desagradable.
Lo que si
notamos fue que la mayoría de los amsterdaneses eran delgados y obviamente una
de las razones es porque hacen un buen de ejercicio por el uso de la bicicleta.
Ellos tal cual usan la bici para ir a todos lados. Es admirable y sin duda es
una habilidad que cualquiera adquiriría al vivir ahí.
Ese día tuvimos
como alternativa ir al museo de Van Goh, pero no lo incluía nuestro pase, así
es que íbamos a tener que pagar $40 euros por dos personas. Decidimos mejor no
ir, porque tampoco somos muy fans.
Al día
siguiente nos tocaría irnos a nuestra siguiente parada, Berlín y antes de irnos
del hotel nos tomamos estas bellas fotos.
Visitar Ámsterdam
fue muy único. Al andar por sus calles se sentía como esa ciudad con historia e
identidad. La gente fue amable y fue impresionante ver como las personas eran
tan hábiles usando la Bicicleta como medio de transporte. Habían bastantes
turistas, así es que es entendible que de pronto se ponga caótica la ciudad. Aún
así, siempre sentí muy buena vibra de los locales. Sin duda nos encantará
volver y esta vez si visitaríamos lo molinos de viento.
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